Entrevista: Roberto Terne. Fotografías: Begoña Enciso y Carlos Barrena.
“Para mí la vida y la pintura van de la mano y no sabría desvincular una de la otra”… Adrados pertenece a esa serie de artistas cuyo tránsito por la vida viaja inexorablemente por un flujo de sangre, pintura, inspiración y esfuerzo. Por eso, a la hora de explicarnos el concepto que ha elegido para la exposición que se prolonga en el MUVa hasta el día 10 de junio, el artista vallisoletano lo tiene claro: “El fluir del agua, para mí, es un símil al paso del tiempo”.
De esta manera, el fluir del tiempo de Adrados ha encajado sofisticadamente con los diferentes espacios del Museo de la Universidad de Valladolid. Para el autor, el propio montaje de la exposición es, en sí misma, una coronación de la expresividad artística. “Cuando hago una exposición cuido mucho el montaje porque, en realidad, es lo que habla más en la obra… más que el cuadro estanco por sí solo”. Con esta premisa, Adrados ha expuesto sus acrílicos y sus colores, como él dice “estudiando el espacio del MUVa, buscando la luz de sus paredes y teniendo en cuenta que todo el pintado es acrílico y que la obra transita con ese fluir del agua”.
En este sentido acuoso de la exposición, Adrados afirma que “el agua aporta gran parte del protagonismo… mi mano es la que ejecuta, pero luego es el agua el que realmente define lo que queda y lo que se va de la obra”· Y es que la técnica de Adrados con el acrílico, como él manifiesta, no solo consiste en pintar con agua sino también en su reconocible técnica del lavado y de la superposición. “Trabajo en horizontal, en vertical, dejo que el agua fluya…” afirma el pintor. “Y al final doy una superposición de capas lavadas con agua y con veladuras muy cristalinas… como si viéramos un paisaje detrás de un cristal en el que se van resbalando gotas de lluvia o algo similar”.
Fruto de esta serie de técnicas, Jorge Adrados llega a un estilo que parte desde un lenguaje de sensaciones. “Son sensaciones que vivo y que experimento cuando estoy ante un lienzo” afirma. “Y siempre trabajo jugando con el azar controlado de un agua que permito que fluya. En mis cuadros no hay una figuración ni tampoco una narrativa”.
La exposición que podrá contemplarse en el MUVa hasta el 10 de junio incluye también dos de las obras más reconocibles del autor vallisoletano. Una de ellas es el sillón centenario expuesto en la Galería Caracol hace ya 20 años dentro de la serie ‘Los silencios de una voz’. El purpura y azul se implementan en una tensión eléctrica muy propia de las soledades de esos artistas acostumbrados al mobiliario individualista… Jorge Adrados rememora aquella serie -hoy ‘veintegenaria’- dedicada a la soledad del autor: “Aquella serie versaba sobre esa soledad impuesta y a veces necesaria que tiene el propio artista. En otras disciplinas artísticas recibes el aplauso, pero en esta no recibes la respuesta inmediata del público”. “La serie ‘Los silencios de una voz’ -continúa Jorge Adrados- se la dediqué a pintores que ya no están, como el grupo Simancas… Hablo de Félix Cuadrado Lomas o de Jorge Vidal, por ejemplo. Tosa esa generación se ha ido y lo que han dejado, al fin y al cabo, es ese anonimato y esa soledad e incluso indigencia, en la que muchos pintores tienen que vivir… porque la soledad y las dificultades forman parte de este arte”.
La otra obra destacada es ese ‘Populus nigra’ en la que la pintura de Jorge desvela la belleza de la naturaleza muerta del tronco de un viejo árbol. “Rescaté este tronco tras unas cabalgatas de navidad en Olmedo” afirma el autor. “Aunque estaba podrido por dentro, lo cierto es que estaba macizo. Anduve nueve meses trabajando en él, descortezándole, trabajándole con la motosierra… enseguida supe que se había dado un flechazo entre el árbol yo”. Jorge, además, explica que “fue muy hermoso trabajar esta obra, precisamente por esa interacción entre la naturaleza muerta y el arte”
Mientras se expone en el MUVa la exposición ‘Con el fluir del agua’, Jorge Adrados continúa creando y trabajando en su nave y en su estudio con la misma libertad y ausencia de previsión con la que el agua transita por su obra. “Actualmente estoy trabajando en una nueva serie en vigas de madera, pero no sé hacia donde proseguiré con el trabajo, ni tan siquiera si lo mostraré”. En cualquier caso, el veterano artista confiesa que mantiene viva la llama del placer artístico en un momento de su vida en el que, precisamente, el arte de disfrutar se impone por encima de antiguas prioridades. “Disfruto mucho creando y trabajando. Cuando era más joven quería lograr objetivos en un plazo de tiempo determinado. Ahora me va pasando la vida y lo que toca es, simplemente, disfrutar del camino”.
Agenda ‘Con el fluir del agua’
Museo de la Universidad de Valladolid. Edificio Rector Tejerina Plaza Santa Cruz Nº6. Valladolid.
Hasta el viernes 10 de junio incluido.